El Estrés Envejece
Una imagen vale más que mil palabras : sólo hay que mirar la foto de una persona sometida a altos niveles de estrés para comprobarlo. En este caso sirvan como ejemplo imágenes de archivo de Obama cuando llegó a la presidencia en 2008. Cuatro años después vemos a un hombre visiblemente envejecido: arrugas y ojeras pronunciadas, cabello canoso, mirada cansada… También está el famoso caso de María Estuardo, reina de Escocia. Acusada de traición fue encarcelada durante 18 años por su prima, la reina Isabel. Los años de sufrimiento pasaron factura a su salud y belleza, y hoy en día se guardan restos de su cabello totalmente encanecido en el castillo de Holyrood en Edimburgo.
¿Qué ocurre para que el estrés acelere el envejecimiento?
Antes que nada conviene definir qué se entiende por estrés: una reacción fisiológica en la que entran en juego varios mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como una amenaza. La situación de estrés puede ser aguda o crónica. O sea: una situación puntual o la que se mantiene en el tiempo.
Para entender que pasa en nuestro cuerpo en una situación de estrés imaginemos una liebre en presencia de un depredador. El animal percibe la amenaza y en su cuerpo se desencadenan una serie de hormonas que la predisponen a la acción: la lucha o la huída. Al correr la liebre “quema” las hormonas liberadas y recupera su estabilidad.
Pero… ¿y qué pasa cuando la situación se prolonga en el tiempo y no podemos correr o escapar como la liebre? Es lo que llamamos estrés crónico, tan habitual en la sociedad de nuestros días. Problemas continuos en el trabajo, o la falta del mismo, problemas familiares o conyugales, problemas económicos… En estos casos estamos día tras día sometidos a la acción de las hormonas del estrés.
Las hormonas del estrés
Las hormonas más importantes del estrés son el cortisol, la adrenalina y la noradrenalina, que hacen que- en situación aguda- las pupilas se dilaten, el corazón y la respiración vayan más de prisa y aparezcan sudoración, temblor y vello erizado. Pero cuando la situación estresante no desaparece, la acción continua de estas hormonas puede desencadenar o agravar enfermedades: úlceras digestivas, colon irritable, hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, diabetes, dolor de cabeza, insomnio, alteraciones en la menstruación, ansiedad, nerviosismo, falta de memoria o concentración, bajada de las defensas, aumento o disminución de peso e incluso cáncer.
Pero además ocurre otra cosa curiosa, que claramente lo relaciona con el envejecimiento: el estrés produce acortamiento de los telómeros. Se llaman así a los extremos de los cromosomas, encargados de la división celular. A medida que se acortan los telómeros, la célula envejece hasta que finalmente muere. La longitud telomérica es un robusto indicador de la edad biológica, que no es igual a edad cronológica: se pueden tener 40 años y estar como a los 60 o viceversa. Durante el envejecimiento normal, los telómeros se van acortando progresivamente. El estrés acelera el acortamiento de los telómeros y por lo tanto produce envejecimiento.
¿Cómo gestionarlo?
Evidentemente no podemos detener los sucesos estresantes ajenos a nuestra voluntad. Lo único que podemos hacer es aprender a gestionarlo para que nos pase la menor factura posible. El enfoque debe ser global: técnicas de relajación y de control de la respiración, apoyo psicológico, ejercicio físico con actividades como natación, el tai chi o yoga, o simplemente caminar, bailar o correr. Recordemos que – como la liebre- tenemos hormonas que “quemar”.
También podemos apoyarnos con fitoterapia y micronutrientes. El magnesio ayuda al sistema nervioso y las plantas con propiedades “adaptógenas” , como rhodiola, maca, ginseng, ashwagandha y esquisandra pueden ser de gran utilidad. La homeopatía y la microinmunoterapia son también aliados importantes.
No se trata de escapar del estrés, hecho de por sí imposible, sino de hacerle frente, y sobre todo valorar que lo primero que hemos de cuidar es nuestro propio cuerpo. El estrés envejece y produce enfermedades: por lo tanto es importante aprender a gestionarlo.
Este post es meramente divulgativo, de carácter general y no particular. A través de este medio no se realizan tratamientos ni comentarios sobre casos particulares.
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