Aftas bucales
Las aftas bucales son llagas o úlceras dolorosas que aparecen en los bordes de la lengua, cara interna de los labios, encías y paladar blando – que es el paladar que se encuentra más al fondo de la boca. Su nombre viene del griego y quiere decir “quemadura”, porque así es como se sienten y por eso molestan tanto. Pueden salir también en otras partes del tubo digestivo.
Las aftas vulgares no son las únicas causas de llagas o heridas en la boca. Hay otras enfermedades dermatológicas que también pueden producir ulceraciones , por lo que en casos muy extensos o persistentes conviene siempre acudir al médico.
Las aftas pueden ser:
– Aftas menores: son pequeñas llagas, generalmente entre 2 y 5 milímetros, poco profundas y de un color amarillento en el fondo pero con bordes rojos. Curan sin dejar cicatriz
– Aftas mayores: son mucho más grandes, llegan a 1 cm y suelen aparecer una o dos. Son profundas y duran más tiempo. Una vez curadas, dejan cicatriz.
Las aftas producen dolor intenso y escozor, como si se tratara de una quemadura, por lo que suelen ocasionar pérdida del apetito y malestar. Pueden ser un episodio aislado o repetirse una y otra vez, para mayor desespero del que las padece. La duración de los episodios ronda entre los 7 y 10 días.
¿Qué produce las aftas bucales?
No se conoce la causa exacta de las mismas, quizá porque puedan responder a múltiples factores. Pero sí se sabe que las aftas son producto de la inflamación producida por la puesta en marcha del sistema inmunitario. O sea: nuestra inmunidad reacciona. ¿A qué? Hay distintos factores que tienen relación:
– Estrés
– Predisposición hereditaria: familias de “aftosos”
– Hormonas: aftas que se producen antes de la menstruación o después de la ovulación y, a la inversa, cuadros aftosos que desaparecen en el embarazo
– Luego de lesiones bucales como morderse la lengua, el arreglo de una muela o un cepillado de dientes muy brusco
– Hipersensibilidad a algunos alimentos, sobre todo: leche de vaca, quesos, chocolate, nueces, marisco, soja, vinagre, tomate, limón, piña, mostaza, colorantes y conservantes y productos conteniendo gluten: trigo, centeno, avena y cebada- esta última presente en la cerveza
– Alteraciones digestivas: las aftas pueden ser la primera o única señal de que algo no está bien en el sistema digestivo, ya sean problemas de estómago o de intestino. Puede ser una manifestación de enfermedad celíaca o intolerancia al trigo.
– En pacientes con aftas se han visto niveles bajos de vitamina B12, ácido fólico, hierro o zinc, lo que podría estar a favor de una mala absorción digestiva o problemas de estómago
– Si nunca has tenido aftas y de pronto la boca se llena de llagas muy dolorosas e incluso tienes fiebre puede tratarse de un herpes bucal y en este caso es mejor acudir a tu médico
– Hay medicamentos, por ejemplo los utilizados en la quimioterapia, que pueden producir llagas bucales
– Si hay una llaga que no cura y dura demasiado, es mejor acudir al médico
– Las aftas pueden ser parte de un cuadro llamado síndrome de Behçet, que se acompaña de úlceras genitales y uveítis. Por eso, ante unas aftas rebeldes, dolorosas y repetitivas es conveniente siempre acudir al médico.
¿Cómo se tratan las aftas?
Hay distintos productos de aplicación local destinados para este fin que puedes conseguir en la farmacia, conteniendo principios para calmar y reparar el daño de la mucosa.
Son muy útiles los enjuagues bucales con una infusión de tomillo, ya que desinflama y es muy útil tanto en los casos de llagas bucales como en la inflamación de las encías y la boca. También se utilizan cremas o geles tópicos con ingredientes antiinflamatorios y reparadores.
Pero también es muy importante buscar y detectar posibles causas que estén precipitando las aftas, sobre todo en casos que repiten una y otra vez.
¿Sientes alguna otra molestia digestiva? ¿Alteraciones de tu ritmo intestinal? ¿Problemas menstruales? ¿Gases o hinchazón abdominal? ¿Estreñimiento o heces pastosas? ¿Digestiones lentas y pesadas? En estos casos habrá que buscar y localizar el problema digestivo que puede estar precipitándolas.
Como prueba siempre puedes hacer una dieta durante 15 días, eliminando todos los alimentos de la lista anterior. Y luego ir incorporando estos alimentos de a uno en uno a ver si detectas una relación con alguno. Los más frecuentemente implicados son la leche de vaca, los quesos y el trigo.
Este post es meramente divulgativo, de carácter general y no particular. A través de este medio no se realizan tratamientos ni comentarios sobre casos particulares.
Al ser de carácter público no se alienta la publicación de datos personales ni la historia clínica individual.