¿Qué es la barrera cutánea?

 In Dermatología, Micronutrición

Hemos oído hablar muchas veces de la “barrera intestinal” pero muy pocas veces de la barrera cutánea. Sin embargo, tiene una importancia capital en el mantenimiento de nuestra salud. Nos protege de agresiones del medio ambiente, ya sean físicas, químicas o biológicas. Además, debe impedir la pérdida de agua y electrolitos.

Los virus y bacterias están siempre en nuestro entorno, en nuestra piel. Una barrera cutánea íntegra nos suele proteger eficazmente. Pero al perder su integridad permite el paso de agentes nocivos.

¿Y cuándo se pierde esta integridad? Por ejemplo, en microtraumatismos como la depilación, cuando la piel está seca y en muchas otras circunstancias. Un terrible ejemplo de pérdida total de la barrera lo tenemos en las quemaduras.

¿Cómo está compuesta la barrera cutánea?

La barrera está localizada en el estrato córneo, la capa más externa de la epidermis. A ese nivel las células han perdido su núcleo, listas para ser eliminadas, aunque conservan sus membranas celulares. Estas membranas están compuestas por lípidos – grasas- para impedir que el agua se escape de nuestra piel.

La composición de estas grasas es:

  • 50% ceramidas
  • 25% colesterol
  • 15% ácidos grasos

Las deficiencias en ácidos grasos esenciales resultan en anomalías de la estructura y función del estrato córneo.

El colesterol se sintetiza también en la epidermis y cuando hay una rotura aguda de la barrera se produce un aumento rápido – a los 15 minutos- de la síntesis local, como intento de repararla.

Las ceramidas son otro tipo de grasas protectoras, activamente producidas por la piel.

¿Qué anomalías ocurren cuando disminuye la síntesis de grasas cutáneas?

Las personas mayores tienen una menor capacidad de recuperación y regeneración de la barrera cutánea.

Los corticoides tópicos o sistémicos disminuyen la producción de lípidos epidérmicos, resultando en alteraciones de la función barrera. Son capaces de disminuir la síntesis de ceramidas, colesterol y ácidos grasos a nivel local. Parece paradójico porque se indican  cuando hay irritaciones cutáneas. Pero una cosa es tratar la inflamación aguda -y en este caso se justifica su administración – y otra muy distinta es mantener la barrera cutánea.

Por eso cuando se utilizan corticoides tópicos de forma prolongada sin acompañarlo de una crema emoliente que ayude a reparar la barrera el efecto suele ser una piel reseca y que pica. En definitiva: no se deben utilizar los corticoides como si fueran una “crema hidratante”. De la misma manera que utilizamos un probiótico cuando tomamos un antibiótico, para evitar el daño a la flora intestinal, también es apropiado incorporar sustancias emolientes que ayuden a conservar la barrera. Claro que es importante conocer en que momento aplicarlas y cuales son las sustancias emolientes apropiadas. Lo mejor es consultar con un dermatólogo, que es quien mejor conoce la estructura de la barrera cutánea.

Complementos  orales adicionales

Para reparar la barrera también es útil la ingestión oral de ácidos grasos que ayuden a restablecer la barrera alterada. Para ello contamos con aceites especiales que los contienen:

  • onagra
  • borraja
  • linaza, camelina, nuez
  • oliva
  • pescado (omega 3)
  • espino amarillo

Cada una tiene concentraciones diferentes de distintos ácidos grasos:

  • ácido linoleico
  • ALA o ácido alfa linolénico
  • GLA y DGLA
  • EPA y DHA  
  • Oleico
  • Omega 7

Como estos ácidos grasos tienen funciones diferentes, si lo que deseamos es reparar la barrera cutánea y utilizarla adecuadamente lo mejor es consultar con un profesional de la Micronutrición.

También es interesante realizar una prueba llamada test de ácidos grasos en eritrocitos (ver post) que nos informará de forma personalizada lo que ocurre en nuestro cuerpo.

 

Este post es meramente divulgativo,  de   carácter general y no particular. A través de este medio no se realizan tratamientos ni comentarios sobre casos particulares.

Al ser de carácter público no se alienta la publicación de datos personales ni la historia clínica individual. 

 

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