¿Qué es la caspa?

 In Dermatología

La caspa  es un motivo de consulta muy  frecuente: casi  la mitad de las personas pueden presentar o haber presentado caspa en algún momento de su vida. Este molesto invitado produce descamación del cuero cabelludo – que por desgracia se deja ver como “nieve” en los hombros  sobre todo en prendas oscuras y va acompañado de picor en grado variable.  Aparece después de la pubertad y afecta hombres  y mujeres por igual. Su principal diferencia con la dermatitis seborreica, de la que hablaremos en otro artículo, es que en la caspa el cuero cabelludo no está inflamado mientras que en la dermatitis seborreica si lo está. También puede considerarse a la caspa como una “hermana menor” y variante más suave de la dermatitis seborreica.

¿Por qué se produce la caspa?

El consenso científico es que la caspa se desarrolla debido a tres factores principales relacionados entre sí:

–          La producción de sebo (grasa)

–          Colonización del cuero cabelludo  por una levadura llamada Malassezia

–          Una predisposición individual

Las glándulas sebáceas maduran y producen mayor cantidad de grasa  a partir de la pubertad, tanto en hombres como en mujeres

A la  levadura Malassezia (un hongo) le gusta alimentarse de sebo, por eso se encuentra muy a gusto en este entorno graso. Sin embargo es un microorganismo habitual, parte de la flora cutánea, que se encuentra tanto en cabezas sanas como con caspa. ¿Qué ocurre entonces? ¿Por qué algunos desarrollan caspa y otros no? Aquí entra en juego el tercer factor:

La predisposición individual es lo más difícil de explicar en esta ecuación, ya que muchos factores pueden afectar la salud del cuero cabelludo: clima y cambios de estación, cambios hormonales y tipo de colonización microbiana.  La clave de esta predisposición puede ser buscada en última instancia en la capa córnea,  la capa más superficial de  piel que recubre el cuero cabelludo, ya que a ella se debe la formación de una barrera protectora contra los agentes externos – por ejemplo, microbios, estrés oxidativo, radiación ultravioleta y tóxicos ambientales, que mantiene la hidratación y la salud del cuero cabelludo. En las personas con caspa esta barrera epidérmica está alterada.

Como en cualquier clima tropical, las condiciones de grasa y humedad de la cabeza son ideales para que crezca un gran número de microorganismos.

La levadura Malassezia tiene unas sustancias  que digieren la grasa produciendo productos inflamatorios para la piel. Pero si la barrera epidérmica del cuero cabelludo está sana, la inflamación no llega a producirse.  En una cabeza sana la descamación normal de la piel se produce de forma elegante y controlada, de modo que no se hace visible. En la caspa, las escamas son más grandes y visibles.

Hay factores internos y externos que alteran la barrera epidérmica.  Los factores internos son la alimentación y el estrés. Los externos la temperatura y la baja humedad que permite que se reseque, tal como ocurre en invierno.  Cuando la barrera está alterada, entonces los productos irritantes originados por la  Malassezia hacen su agosto y la piel, en vez de descamarse de forma invisible, empieza a mostrar escamas evidentes.

¿Cómo se trata la caspa?

Hay que utilizar champús especiales adaptados para esta situación, que contengan:

–          detergentes suaves de pH neutro que no irriten aún más la piel

–          lípidos para restaurar la barrera cutánea, como ácido esteárico y ácido palmítico

–          componentes antimicrobianos y antifúngicos  como ketoconazol, zinc piritiona ,  sulfato de selenio o ciclopiroxolamina

Muy importante: recordar que la caspa no es contagiosa, puesto que el hongo es un habitante normal de la piel aún de personas que no tienen caspa.

Los nutrientes saludables para un cabello sano son la biotina y ácido pantoténico, el zinc y el selenio.  Curiosamente vemos que tanto el selenio y el zinc son eficaces en forma de champús, por lo tanto es importante que nuestra alimentación no esté carente de ellos.

–          Alimentos que contienen zinc: ostras, carnes rojas, germen de trigo, yema de huevo, legumbres, granos enteros,  nueces  y sardinas.   Las frutas y verduras no son buenas fuentes porque el zinc de las proteínas vegetales es menos absorbible, por lo que las dietas vegetarianas tienden a ser bajas en este elemento y pueden requerir suplementación.

–          Alimentos que contienen selenio: pescado, marisco, carnes rojas, granos enteros, frutos secos, huevo, pollo y verduras.

–          Alimentos que contienen biotina y ácido pantoténico: pertenecen al grupo de las vitaminas B y podemos encontrarlas en  huevos, nueces, cereales integrales, legumbres, aguacate, col y brócoli.

Se trata por lo tanto de seguir unas pautas alimentarias saludables, comiendo bien y sano. Las comidas rápidas, los alimentos procesados y una alimentación poco balanceada no hacen sino agravar el problema.  Evitar el exceso de frituras, aderezos y mayonesas, grasas trans, alcohol, carbohidratos refinados y azúcares que pueden favorecer un aumento de la inflamación en general.

Es importante comer alimentos que tengan un valor nutricional real. Cuánto más frescos mejor. Y cuidar nuestro cabello con productos adecuados.

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